Habla de dinero para salvar tu relación.

Uno de los motivos más comunes de divorcio o ruptura es el dinero. Quizá esto lo sabías o lo podías imaginar, pero un dato quizá más extraño es que muchas parejas se casan sin haber hablado en absoluto sobre este tema. Nunca.

Es un tema que en general nos han enseñado que es personal.

Y además de esto, puede que veamos diferencias entre nuestra situación económica y la de nuestra pareja y nos dé miedo plantear el tema.

No obstante, no tengas miedo de que tu situación sea muy diferente a la de él o ella, ya sea porque llegas a la relación con deudas o porque tu nivel de gasto sea mucho mayor.

Eso realmente no importa, no es lo que afectará a tu relación.

Lo importante es conocer las expectativas económicas que tienes tú y las que tiene tu pareja. Puede que tú estés pensando en que te gustaría hacer un viaje en pareja con la tranquilidad de tirar de tarjeta de crédito y después irlo pagando poco a poco a lo largo del año, y que eso sea un escándalo para tu pareja, ya sea porque por su cabeza no pasa gastar un dinero que no tenéis, o incluso porque pueda estar pensando que necesitáis ahorrar para cosas de otro tipo, como comprar un piso, cambiar a un piso más grande, tener un dinero para imprevistos, etc.

En términos de dinero podemos ser muy diferentes, pero esto no tiene por qué ser un problema irresoluble. Simplemente hemos de llegar a acuerdos que los dos estemos dispuestos a cumplir. Se trata de ceder un poco en nuestra forma de verlo, y aceptar también la visión del otro. Un buen comienzo es hablar abiertamente de estas visiones personales. Incluso aunque lleves cinco o diez años casado, si no os habéis parado en este tema directamente, os recomiendo que lo hagáis. Nunca es tarde. Os ayudará a discutir menos sobre dinero.

Ahora bien, ¿conoces cuáles son tus expectativas? Porque antes de hablar sobre esto con tu pareja, debes saber realmente qué es lo que tú esperas en este ámbito.

Podéis empezar por comentar cómo ha llevado la gente más cercana a vosotros el tema del dinero y cómo lo veis.

 

Otras preguntas que podéis realizaros mutuamente son las siguientes:

¿Ha sido el dinero y el éxito financiero un valor importante para tus padres?

¿Cómo ha organizado tu familia los gastos como las vacaciones, emergencias o las deudas?

¿Hablaban vuestras familias sobre estas cosas? ¿De qué manera?

¿Cuáles son algunas de las normas o valores financieros que tus padres te han enseñado?

¿Cuáles han sido algunas de las dificultades a las que has visto enfrentarse a tus padres u otras personas cercanas, a las que a ti no te gustaría tener que enfrentarte?

¿Cuánto dinero necesitas ganar para sentirte satisfecho y capaz de disfrutar de tu vida?

Estas cuestiones han de plantearse especialmente si tienes la intención de comenzar una vida en común con alguien. No obstante, tal como he mencionado anteriormente, más vale tarde que nunca.

¿Quieres que tu pareja cambie?

Cuando comienzo un proceso de coaching de parejas, a veces con la pareja y otras con un solo miembro de la misma, en la primera sesión suelo preguntar: ¿Cómo quieres que sea tu relación de pareja?

Piénsalo durante 10 segundos, ¿tú qué contestarías?

La respuesta en muchas ocasiones suele ser del tipo: yo quiero que me haga más caso, que sea más cariñoso, que vea menos la tele y quiera hacer más cosas conmigo, que no se queje tanto de su trabajo, etc.

Me resulta curioso, porque yo no he preguntado cómo quiere que sea su pareja, sino cómo es su relación deseada. Además, especialmente si el proceso lo va a hacer solo/a, poco puedo hacer yo para cambiar a una persona con la que no voy a hablar, aunque, de todas maneras, ése no es mi trabajo en absoluto, no es lo que se hace en coaching. Lo que hago es ver qué cosas no funcionan, ayudo a la persona a conocer mejor diversos aspectos internos de su relación y de las características de cada uno, y aplicamos una estrategia para que la relación funcione y se disfrute.

¿Pero qué pasa? ¿Cuál es el motivo de que mucha gente conteste de esta manera?

La respuesta es que vamos por la vida con una lupa en la mano, mirando qué cosas nos molestan, no son como querríamos o como nosotros las haríamos. Y esto no sólo ocurre en el ámbito de la pareja, es una forma de actuar generalizada. Pensamos que nuestros jefes no hacen bien las cosas, nosotros tenemos unas ideas estupendas que ayudarían seguro; vamos al centro de salud y nos parece que nada está bien organizado, si no, no habría tantos retrasos; esa nueva obra de la carretera nos parece una chapuza; esa mujer política estaría mucho mejor con el pelo más largo, o más corto, o con otras gafas; y el plato de merluza que te comiste el sábado en aquel bonito restaurante estaría más rico si lo cocinaran con menos aceite.

Tenemos para todo, y nuestra pareja no va a ser menos. Tenemos nuestra propia forma de hacer las cosas, de pensar y de entender la vida. Y muchos de nosotros pensamos que los demás han de pensar como nosotros. Que les ha de molestar la tapa del WC levantada, la cama sin hacer o el hecho de perder media mañana si nos levantamos a las 10:00.

La cuestión es que todos somos diferentes, y tener el idealizado pensamiento de que lo correcto es lo que pensamos nosotros es vivir con una expectativa que no nos traerá más que dolores de cabeza y frustración.

Además, os voy a decir algo que sabéis pero que a algunos no os gustará leer: tu pareja también piensa estas cosas sobre ti. Y no solo tu pareja, también tus clientes, tus amigos, tus jefes, etc.

Así que tip del día: suelta la lupa y coge un espejo.

¿Qué puedo hacer yo para facilitar la vida a mi pareja?, ¿Qué cosas puedo cambiar para hacerle más feliz?, ¿Cuáles son esas cosas que sé que puedo mejorar, pero me resisto por “x”?

Esto nos suele costar, de hecho, hay gente que me dice eso de “que cambie él/ella primero”. Pero eso no funciona así. Cuando te presentas a un examen con la intención de sacar un excelente, ¿primero haces el examen y después estudias? Que yo sepa no, primero siempre el esfuerzo, y después el resultado.

Sigue esta norma por mucho que le duela al ego. Cuando no estamos habituados, a todos nos cuesta cambiar de funcionamiento, pero éste es uno de los pasos en el camino a la relación feliz. Obsérvate, no se trata de ser duro contigo mismo, sino sincero. Si crees que puedes cambiar algún hábito para que tu pareja se sienta mejor contigo, hazlo. No te centres en lo que te cuesta, sino en el resultado que obtendrás al hacerlo. Y sé constante, mantén los cambios, no te frustres antes de tiempo. Todo cambio requiere tiempo, pero merece la pena con creces. Cuando se produce un cambio interior, no sólo cambias tú, sino también lo que te rodea.

Así que es muy sencillo, cambia el foco de lo que no te gusta en tu pareja, y llévalo a lo que puedes regalarle tú con el cambio de algunos hábitos tuyos. Deja de lado las críticas que no hacen más que generar crispación y regala generosidad.